jueves, 5 de julio de 2012

Tout un monde, de Katy Couprie y Antonin Louchard




Hace unos días llegaba a mis manos un ejemplar de Tout un monde (Todo un mundo), de Katy Coupri y Antonin Louchard, un álbum sin texto que, sin embargo, sigue la estructura tradicional de los cuentos de narrativa encadenada. Eso sí, únicamente a través de sus ilustraciones: cada imagen se relaciona con la anterior y con la sucesiva, bien por elementos formales, bien siguiendo criterios temáticos.
Como otros libros para prelectores, Tout un monde, se presenta en formato cuadrado y pequeño, aunque el número de páginas es bastante amplio comparado con el de otras obras de este estilo y no emplea cartoné.

Otra característica de su estructura narrativa lo acerca a esta tipología de libros infantiles y es que Tout le monde es, por encima de todo, un catálogo, un catálogo de personas, animales, frutas, flores o lugares, pero también un catálogo de formas de expresión plástica, un libro construido a partir de un sinfín de imágenes de todo tipo: desde pinturas en diferentes técnicas (óleo, acrílico, gouache, etc.), hasta instalaciones en papel maché, pasando por la fotografía, también estas últimas representada por distintos procesos, como el polaroid o el fotograma.

Lo maravilloso de este libro es que nos acerca el mundo, pero, sobre todo, que nos lo acerca desde diferentes perspectivas plásticas y estéticas y, no de forma caótica, tal y como lo recibimos cada día al abrir los ojos, sino relacionando cada ser, cada objeto, con otro con el que comparte desde evidentes a insólitas semejanzas. Un regalo y un reto para lectores infantiles y adultos, porque el mundo que nos presenta es a la vez varios mundos, y un punto de partida para imaginar otros más.

Hasta ahora en este blog hemos analizado el uso de la fotografía en libros infantiles desde dos perspectivas diferentes: la fotografía como tema (el caso de Flotsam) y  la fotografía como ilustración (Ciccì Coccò). Tout un monde nos ofrece la oportunidad de introducir una nueva línea de análisis dentro de nuestra investigación, la del uso de la fotografía como medio para alojar en el libro un tipo de ilustración que, por su naturaleza (tridimensionalidad, fugacidad,  fragilidad, etc.), no podría incluirse de otro modo.

En Tout un monde la fotografía asume dos papeles diferentes: el de la ilustración pura y el de recurso para llevar al lector una imagen realizada a través de otro medio (el caso de las instalaciones en papel maché, por ejemplo). Numerosos libros para niños emplean, en la actualidad, la imagen fotográfica para reproducir obras que, de otra manera, difícilmente podrían servirle de ilustración. ¿Qué sería de las creaciones de Christian Voltz o de Isidro Ferrer sin la fotografía? En sucesivos textos nos ocuparemos de multitud casos de este tipo, en la actualidad el más habitual  de entre todos los posibles.

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