Comentábamos en otra ocasión que una de las funciones de la
fotografía en el mundo editorial se relaciona con el paso de la
tridimensionalidad a la bidimensionalidad del libro. Pero podemos afirmar que
la fotografía ha acercado al mundo infantil el arte en todas sus
manifestaciones: hoy cualquier técnica artística puede ser la ilustración de un
libro para niños. No cabe duda de que esta
libertad que la fotografía ha proporcionado al ilustrador ha coadyuvado también
a la revolución que han sufrido en los últimos años los álbumes y los libros
ilustrados.
Y es aquí donde podemos enmarcar la obra del ilustrador,
cineasta, bailarín y trabajador social italiano, Alessandro Lumare, La storia che avanza. Esta sencilla
historia, editada el pasado año en Italia por Artebambini, está ilustrada por
fotografías de bellas composiciones creadas con restos de comida vegetariana sobre
un plato. Las imágenes digitales, en color y sin manipulación, parecen pequeños
haiku visuales que, como recuerda Lumare, quieren ser una exaltación del
trabajo manual, del amor por la tierra y hablan, junto con el texto que las
acompaña, del ciclo de la vida, las estaciones y de la belleza en lo cotidiano.
La storia che avanza
pretende ser parte de una trilogía que se completará con dos historias más, una
llevada a cabo con espuma de jabón y la otra con frascos rotos de miel. La fotografía, de nuevo, se convertirá en el
puente entre las originales creaciones de este artista italiano y el futuro
lector de sus historias.
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